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KIEV, Ucrania (AP) — El conflicto entre Israel y Hizbulá ha resurgido con intensidad en las últimas semanas, en el contexto de la creciente tensión en la región y la reciente escalada de la violencia tras los ataques de Hamás en octubre. A continuación, se presenta un análisis detallado de la situación actual, la historia del conflicto y las capacidades militares de ambos bandos.
La relación entre Israel y Hizbulá ha sido históricamente conflictiva, marcada por múltiples enfrentamientos desde la década de 1980. Sin embargo, los últimos choques se intensificaron tras el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre, que resultó en la muerte de al menos 1,200 personas en Israel. Este evento desencadenó una nueva fase de hostilidades, en la que el ala militar de Hizbulá comenzó a lanzar cohetes desde su base en Líbano en solidaridad con Hamás.
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Desde entonces, se han producido intercambios de fuego entre ambos bandos a lo largo de la frontera, con un saldo de bajas tanto de combatientes como de civiles. El objetivo declarado de Israel es frenar los ataques con cohetes de Hizbulá y permitir el regreso seguro de los ciudadanos israelíes a sus hogares, que han sido evacuados debido a los ataques transfronterizos.
En 2023, Israel cuenta con aproximadamente 170,000 efectivos en servicio activo, según datos del World Factbook de la CIA. Tras los ataques del 7 de octubre, el país llamó a filas a unos 360,000 reservistas. Israel se distingue por el uso intensivo de ataques aéreos en Gaza, donde ha empleado bombas de más de 900 kilogramos.
Israel posee dos sistemas de defensa aérea principales: la Cúpula de Hierro y Arrow 3, que son efectivos en la interceptación de la mayoría de los ataques aéreos. A pesar de la guerra en Gaza, las empresas israelíes han logrado exportar un récord de 13,000 millones de dólares en armas en 2023, lo que destaca la robustez de su industria militar.
Además, Israel ha recibido un apoyo significativo de Estados Unidos, que ha suministrado al menos 29,100 bombas guiadas, cohetes de artillería y misiles desde 2009, fortaleciendo aún más sus capacidades defensivas.
Por su parte, Hizbulá cuenta con un ala militar compuesta por unos 50,000 miembros, aunque el grupo afirma tener el doble de efectivos. Su personal incluye guerrilleros de nivel básico, comandantes experimentados y técnicos especializados en cohetes, misiles y drones. Muchos de sus combatientes han adquirido experiencia en la guerra civil siria y han recibido entrenamiento de Irán.
Se estima que Hizbulá tiene entre 100,000 y 200,000 cohetes y misiles, lo que incluye misiles balísticos guiados y no guiados de corto y medio alcance. Sin embargo, el grupo enfrenta una desventaja significativa en términos de defensa aérea, lo que ha permitido a Israel llevar a cabo ataques aéreos efectivos.
La relación cercana de Hizbulá con Irán proporciona un canal para el reabastecimiento de armas y tecnología militar, y el grupo ha adquirido material de Siria, Rusia y el mercado negro. A pesar de su arsenal, Hizbulá ha limitado el uso de sus armas más avanzadas durante este conflicto.
Los enfrentamientos han escalado a medida que ambos bandos intensifican sus operaciones. El pasado miércoles, se reportó que Israel lanzó una invasión terrestre en el sur de Líbano, mientras que las tropas de Hizbulá respondieron con ataques a corta distancia. Durante estos combates, ocho soldados israelíes perdieron la vida, un número considerable en comparación con las bajas en otros conflictos recientes.
Hizbulá ha declarado que no cesará su fuego hasta que se logre un alto al fuego en Gaza, lo que complica aún más la situación. El líder del grupo, Hassan Nasrallah, ha reafirmado su compromiso de seguir atacando a las fuerzas israelíes, y las hostilidades se han traducido en un incremento de ataques aéreos y bombardeos por parte de ambos bandos.
El conflicto entre Israel y Hizbulá sigue siendo un tema de gran preocupación en la región, con implicaciones no solo para los países involucrados, sino también para la estabilidad del Medio Oriente en su conjunto. La historia de hostilidades y la actual escalada de violencia subrayan la complejidad de la situación, donde ambos lados parecen estar en una carrera armamentista constante, sin una resolución clara a la vista. La comunidad internacional sigue de cerca los desarrollos, a la espera de una posible mediación que ponga fin a esta crisis prolongada.