MADRID — La humanidad ha estado desafiando las barreras de la longevidad durante más de un siglo, y la esperanza de vida ha aumentado drásticamente desde principios del siglo XIX. Sin embargo, una nueva investigación publicada en la revista Nature Aging sugiere que este avance podría estar llegando a su fin. Según el estudio, es “poco probable” que más del 15% de las mujeres y el 5% de los hombres que nacen hoy alcancen los 100 años.
A principios del siglo XIX, un bebé nacía con una esperanza de vida de aproximadamente 30 años. Hoy, en los países más desarrollados, esa cifra supera los 80 años, gracias a los avances médicos y de salud pública que han transformado las expectativas de vida. En los años 20, las proyecciones apuntaban a un límite de 64 años, que luego se elevó a 73 para los hombres y 79 para las mujeres a mediados del siglo XX.
Durante las últimas décadas, la comunidad científica ha debatido si la llamada “revolución de la longevidad” del siglo XX estaba llegando a su fin. En 1990, algunos científicos advertían que el crecimiento de la esperanza de vida podría desacelerarse en el siglo XXI, mientras que otros sostenían que los avances en medicina y biología podrían llevar a que muchos recién nacidos de hoy vivieran hasta los 100 años o más.
El estudio reciente analizó datos de mortalidad de las regiones del mundo con las expectativas de vida más altas, incluyendo Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Australia, Francia, Italia, Suiza, Suecia y España, así como de Estados Unidos, entre 1990 y 2019. Los resultados indican que, en los últimos 30 años, las mejoras generales en la esperanza de vida se han desacelerado significativamente.
Jay Olshansky, profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Illinois en Chicago y autor del estudio, afirma: “La revolución de la longevidad se está acercando a su punto máximo, tal como predijimos que sucedería cuando abordamos este tema por primera vez hace unos 34 años”. Según él, aunque todavía es posible aumentar la esperanza de vida a través de la reducción de enfermedades, las ganancias en longevidad en España y otras partes del mundo desarrollado serán ahora marginales. “Esto no significa que debamos dejar de intentar combatir las enfermedades, sino que habrá cada vez menos beneficios en términos de longevidad a partir de esa inversión”, añadió.
Para que la revolución de la longevidad continúe, sería necesario mantener la prolongación de tres años de vida por cada década. Sin embargo, el estudio reveló que solo Corea del Sur y Hong Kong han mantenido este ritmo desde 1990. En otras regiones, el aumento anual de la esperanza de vida se ha desacelerado a menos de 0,2 años anuales. Estados Unidos, por otro lado, es uno de los pocos países donde se ha documentado una disminución en la esperanza de vida al nacer al final de cada década.
Los autores del estudio indican que este fenómeno también se observó en la primera mitad del siglo XX, pero fue causado por eventos extremos, como guerras o epidemias.
Los investigadores subrayan que se ha vuelto “progresivamente más difícil” aumentar la esperanza de vida, y que alcanzar un estado en el que la mayoría de la población viva hasta los 100 años parece inalcanzable por ahora. “No hay evidencia que respalde la sugerencia de que la mayoría de los recién nacidos de hoy vivirán hasta los 100 años”, enfatizan los autores.
De hecho, no encontraron ninguna población donde la probabilidad de alcanzar los 100 años se acercara al 50%. La probabilidad más alta de superar esta barrera se detectó en Hong Kong, donde se espera que el 12,84% de las mujeres y el 4,4% de los hombres lleguen a ser centenarios, según los datos de mortalidad de 2019.
Este estudio plantea importantes implicaciones para la salud pública y la planificación social. La desaceleración en el aumento de la esperanza de vida podría afectar no solo a las políticas de salud, sino también a los sistemas de pensiones y el cuidado a largo plazo. Las proyecciones sobre el envejecimiento de la población, que consideraban un aumento constante en la longevidad, deberán ser reevaluadas a la luz de estos nuevos hallazgos.
Las discusiones sobre cómo enfrentar el envejecimiento poblacional y asegurar una calidad de vida adecuada para las generaciones futuras se vuelven más urgentes a medida que la esperanza de vida parece estancarse.
El estudio invita a un examen crítico de cómo se han abordado las cuestiones relacionadas con la longevidad y el envejecimiento. A pesar de los avances en medicina y salud pública, los científicos advierten que el camino hacia una mayor longevidad no será fácil ni garantizado. La búsqueda de un mayor bienestar y calidad de vida para las futuras generaciones requerirá un enfoque renovado en la prevención de enfermedades y la promoción de un estilo de vida saludable.
La investigación también subraya la importancia de una conversación más amplia sobre el futuro de la longevidad, que involucre no solo a los científicos, sino también a los responsables de políticas y a la sociedad en general. En última instancia, el estudio de la longevidad y la salud debe continuar, incluso si las expectativas han de ser ajustadas.